domingo, 1 de marzo de 2009

REALISMO


El Naturalismo caracteristicas:

Recibe el nombre de Naturalismo una corriente fijada por el novelista francés Émile Zola (1840-1902). A los postulados del realismo añadió Zola ciertos elementos tomados de doctrinas típicas de su tiempo:
· El materialismo. Niega la parte espiritual del hombre: los sentimientos, ideales, etc., son considerados productos del organismo.
· El determinismo. Los comportamientos humanos están marcados por la herencia biológica y por las circunstancias sociales.
· El método experimental. Igual que un científico experimenta con sus cobayas, el novelista debe experimentar con sus personajes, colocándolos en determinadas situaciones para demostrar que su comportamiento depende de la herencia y del medio.

De los presupuestos anteriores se derivan varias consecuencias literarias:
1. En cuanto a temas, ambientes y personajes, abundan los asuntos “fuertes”, las bajas pasiones, así como personajes tarados, alcohólicos o psicópatas, seres que obedecen, sin saberlo, a sus tendencias genéticas, si bien sus reacciones difieren accidentalmente según el ambiente en que se han educado.
2. En la técnica y el estilo se llevan a sus últimas consecuencias los métodos de observación y documentación del Realismo. Igualmente se hace más precisa la reproducción del habla.



Autores realistas españoles más importantes:

“FERNÁN CABALLERO” (1796-1877)

Pseudónimo de Cecilia Böhl de Faber, hija del cónsul alemán en
Cádiz. Cultivó un costumbrismo andaluz, con enfoques sentimentales y moralizantes. Destaca su novela La Gaviota (1849). Fernán Caballero y Pedro Antonio Alarcón representan el prerrealismo o transición del Romanticismo al Realismo.




PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN (1833-1891)

Granadino. Comenzó también como escritor costumbrista y romántico. Elementos románticos hay aún en novelas suyas como El escándalo (1875). En cambio, es de un transparente realismo El sombrero de tres picos (1874), auténtica joya de la novela corta española, por lo divertido del argumento, la aguda captación de tipos y ambiente y la viveza del estilo.





JUAN VALERA (1824-1905)

Aristócrata cordobés, cultísimo, liberal y escéptico, comenzó a los cincuenta años su carrera de novelista con una obra maestra, Pepita Jiménez (1874), cuyo protagonista se debate entre una vocación religiosa más convencional que profunda y la fuerte atracción que siente por la mujer que da título a la obra. Los impulsos humanos vencerán. Y lo mismo sucede en varias obras suyas, como Juanita la Larga, otra novela espléndida. Valera es realista por lo riguroso de su observación, pero rehuye, sin embargo, los aspectos más penosos o crudos de la realidad. Su arma crítica es una sutil ironía. Lo caracterizan, además, su penetración psicológica (sobre todo en los personajes femeninos) y un estilo cuidado, tan elegante como sencillo.



JOSÉ MARÍA PEREDA (1833-1906)

Santanderino. Se sitúa en una línea tradicionalista, apegada a una visión idílica del campo (frente al dinamismo urbano). Así exalta la naturaleza y las gentes sencillas de su tierra: el mar y los pescadores en Sotileza (1885), la montaña en Peñas arriba (1895). Sobresalen sus pinturas de paisajes, aunque demasiado minuciosos a veces.




ARMANDO PALACIO VALDÉS (1853-1937)

Asturiano. Presenta también una exaltación de las virtudes tradicionales, frente al progreso. Así, en La aldea perdida (1903) cuenta los estragos de la invasión minera en un valle asturiano, antes idílico y luego degradado. Se hicieron famosas otras novelas suyas como La hermana San Sulpicio o La alegría del capitán Ribot.



Benito Pérez Galdós:

Episodios nacionales:

En 1873 comenzó a publicar la que se puede considerar su obra cumbre, los Episodios nacionales (el título se lo sugirió su amigo José Luis Albareda), donde se refleja la vida íntima de los españoles del siglo XIX y su contacto con los hechos de la historia nacional que marcaron el destino colectivo del país. Se trata de 46 episodios en cinco series de diez novelas cada una, salvo la última, que quedó inconclusa. Arrancan con la batalla de Trafalgar y concluyen con la Restauración borbónica en España.

La primera serie (1873–1875) trata de la Guerra de la Independencia (1808–1814) y tiene por protagonista a Gabriel Araceli, «que se dio a conocer como pillete de playa y terminó su existencia histórica como caballeroso y valiente oficial del ejército español» (Memorias de un desmemoriado, p. 202).

La segunda serie (1875–1879) trata de las luchas entre absolutistas y liberales hasta la muerte de Fernando VII en 1833. Su protagonista es el liberal Salvador Monsalud, que encarna, en gran parte, las ideas de Galdós y en quien «prevalece sobre lo heroico lo político, signo característico de aquellos turbados tiempos» (íd.).

Tras un paréntesis de veinte años vuelve a escribir la tercera serie (1898–1900), tras recuperar los derechos sobre sus obras que detentaba su editor, con el que había pleiteado interminablemente. Esta serie cubre la Primera Guerra Carlista.

La cuarta serie (1902–1907) se desarrolla entre la Revolución de 1848 y la caída de Isabel II en 1868. La quinta (1907–1912), incompleta, acaba con la Restauración de Alfonso XII.

Este conjunto novelístico constituye una de las obras más importantes de la literatura española de todos los tiempos y ejerció un influjo considerable en la trayectoria de la novela histórica española. El punto de vista adoptado es vario y multiforme, y se inicia con la perspectiva de un joven chico que se ve envuelto en los hechos más importantes de su época mientras lucha por su amada. La evolución ideológica de Galdós es perceptible desde el aliento épico de la primera serie hasta el amargo escepticismo final, pasando por la radicalización política y agresividad socialista-anarquista de las series tercera y cuarta.

Primeras obras:



Novelas españolas contemporáneas:

Últimas novelas:

Misericordia


leopoldo Alas "Clarín":

Datos biográficos "vida"

Nació en Zamora, en 1852, pero se sintió profundamente asturiano, como su familia, y pasó la mayor parte de su vida en Oviedo, donde estudió Derecho y fue catedrático de Universidad. Allí murió en 1901.
Hombre de grandes inquietudes espirituales, perdió la fe en una crisis juvenil y la recobró en 1892, aunque al margen de la ortodoxia. Fue muy crítico con el catolicismo tradicional. En política fue un liberal republicano muy sensible ante las inquietudes sociales. Es, ante todo, un intelectual independiente que desarrolló una importante actividad crítica y nos dejó una activada narrativa no muy amplia, pero de gran valor.

Obras:

Obra crítica y narrativa

Como crítico literario destaca por la agudeza de sus juicios. Además sus artículos nos revelan sus preferencias de escritor: admira a Balzac y, más aún, a Flaubert; defendió a Zola, con reservas. Entre los españoles, alabó a Galdós.
Como novelista, comienza con La Regenta (1884). Publicó después Su único hijo (1890), estimable, pero inferior a aquella.
Además compuso más de setenta cuentos, en cuyas páginas conviven enfoques críticos con la ternura hacia las gentes humildes. El más famoso es ¡Adiós, Cordera!, obra maestra del género por su hondura emotiva y su perfección formal.

Se recibió de Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, y en 1871, se trasladó a Madrid, donde residió hasta 1882.

Comenzó su carrera periodística dándose a conocer como crítico literario y articulista. En abril de 1875 utilizó por primera vez el seudónimo que lo haría famoso, "Clarín", para firmar un artículo en el periódico «El solfeo».

En 1883 regresó a Oviedo para ocupar la cátedra de Derecho Romano.

Su obra más importante es la novela "La Regenta" (1885), aunque publicó otra novela: «Su único hijo» (1891).

En 1885 publicó "Sermón perdido". En pleno realismo, en 1886 escribió su novela corta "Pipa" y entre sus cuentos se pueden citar "Doña Berta", "Superchería" y "Cuervo"(1892), )," El señor y lo demás son cuentos" (1892); "¡Adiós Cordera!", "Dos Sabios" y "Zurita".

En 1895 estrenó su única obra teatral, "Teresa".


La Regenta:

Una de las mejores obras de toda la narrativa. Estamos ante una novela excelente porque reúne profundos problemas humanos, un vasto panorama social y un máximo rigor artístico.
No hay novela del siglo XIX que la iguale en riqueza psicológica de los personajes, sobre todo de los dos más importantes: Ana y don Fermín.
El panorama social que refleja es el de Oviedo (Vetusta en la obra), pero resume el de toda España: una aristocracia corrupta, un clero materializado, una burguesía vulgar... Todos los variados escenarios no son simples decorados, sino que condicionan los comportamientos de los personajes. (En este sentido se puede hablar de naturalismo).
Asombra su técnica constructiva. En los capítulos 1-15, sólo transcurren tres días, y a ritmo lento penetramos en el ambiente y en las almas. Los capítulos 16-30 desarrollan los conflictos planteados.
El estilo es de gran modernidad. Se pasa de la objetivad a la ironía. Los diálogos están llenos de variedad y viveza.
Resumen del argumento: Ana Ozores está casada con el Regente de la Audiencia, don Víctor Quintanar, hombre bonachón, mucho mayor que ella. El temperamento insatisfecho y soñador de “La Regenta” le hace oscilar entre una religiosidad sentimental (que aprovecha su confesor, el turbio D. Fermín de Pas) y una sensualidad romántica (que la hará caer en las manos del cínico seductor Álvaro Mesía). El final es desolador: el marido muere en un duelo con don Álvaro; Ana será abandonada por todos y condenada por una sociedad tan hipócrita como implacable.


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