jueves, 2 de octubre de 2008

Goya y su tiempo


Biografía Francisco de Goya y Lucientes


Francisco de Goya y Lucientes nació en Fuendetodos (Zaragoza), villa natal de su madre, el 30 de Marzo de 1746. Fue el tercero de cuatro hermanos.

La economía de Fuendetodos se basaba en una agricultura de secano y en una ganadería ovina, pero también ayudaba una singular fuente de ingresos, el hielo. Al este del pueblo había unos pozos de hasta cinco metros de profundidad en los que se depositaba nieve. Estos se cubrían de paja y cerraban por la superficie con una bóveda. En verano, aquella nieve era hielo, que cubierto de paja era transportado hasta Zaragoza para su venta. Pero también muchos habitantes próximos se acercaban a buscarlo, entre ellos los clérigos de la Cartuja de Aula Dei. Allí nació la amistad entre Francisco y los cartujos.

Los Goya se trasladaron a Zaragoza por lo que Francisco pasaría allí su infancia y su juventud. Esto fue debido a que su padre instaló en la ciudad su taller de dorador, allí Goya aprendió el oficio. Acudió a las Escuelas Pías, donde conoció a Martín Zapater, al que le uniría una amistad para siempre.

A los trece años, en 1759 y hasta 1762, Francisco de Goya asiste a clases de pintura que imparte José Luzán y poco después entra a trabajar en su taller. En verano, durante la vendimia, va a Fuendetodos, y bajo la dirección de su propio padre realiza su primera obra, pinta el armario de las reliquias que posee la iglesia y se complementa con la decoración del muro al que va adosado el armario.

Por dos veces, a los diecisiete y a los veinte años, concursa, sin éxito, para obtener una pensión en la Academia de Bellas Artes de San Fernando; este doble fracaso le impulsa a viajar a Italia, donde aprende la técnica del fresco, que le servirá, a su regreso a España, para conseguir su primer encargo oficial en la Basílica del Pilar de Zaragoza.

Dos años después de su regreso a España, concretamente a Madrid, se casa con Josefa Bayeu, hermana de Francisco Bayeu, pintor de la Cámara del Rey Carlos III. Este hecho favorecerá su ingreso como pintor de cartones en la Real Fábrica de Tapices. Trabajó allí desde los veintinueve a los cuarenta y cinco años, realizando sesenta y tres cartones para los palacios de El Escorial y El Prado.

A la muerte de Carlos III en 1788, su sucesor Carlos IV y la reina María Luisa le nombran pintor de Cámara, cargo que no abandonó hasta su exilio en Burdeos; comienza así a realizar los retratos oficiales de los Reyes. Su fácil acceso a las colecciones reales le permite copiar y grabar varios cuadros de Velázquez, asimilando así algunos de los secretos de su técnica.

A partir de ahora, Goya es ya un pintor consagrado: es elegido Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Sus grandes protectores, los duques de Osuna, y, más tarde, los de Alba le introducen en la vida social haciéndole importantes encargos. Posarán para él los más destacados personajes; los retratos que hará a partir de entonces le convertirán en el cronista oficial de la aristocracia y los intelectuales de la época.

En 1792, durante un viaje a Andalucía, contrae una grave enfermedad que le dejó completamente sordo. Esta circunstancia, unida a las graves consecuencias que la Revolución Francesa tuvo en la Corte y para sus amigos ilustrados (destierros, encarcelamientos...), le sumirán en una profunda crisis que influirá en su carácter y en su pintura.

Durante la Guerra de la Independencia 1808-1814, Goya acentuó su pesimismo y mantuvo una actitud conservadora en su actividad pública, como se puede ver a través de sus históricos lienzos: El Dos de Mayo y Los fusilamientos del Tres de Mayo; y de sus grabados Los Desastres de la Guerra.

A los setenta y tres años, sordo, enfermo y desengañado, compra la "Quinta del Sordo" a las afueras de Madrid; allí se refugia con Leocadia Weiss, fiel compañera de su vejez, y ejecutará su obra más personal e inconfundible: Las Pinturas Negras. Viviría allí hasta 1823, fecha en que regala la finca a su nieto Mariano

En 1824 partía Goya hacia Francia, concretamente hacia Burdeos, en busca de tranquilidad y del cariño de todos aquellos amigos que allí se encontraban. Vivió cuatro años más, con nuevas ilusiones que le permitieron seguir intentando nuevas formas y técnicas en su pintura hasta su muerte en 1828.



CONTEXTO HISTÓRICO DEL ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO XVIII Y PRIMER TERCIO DEL SIGLO XIX EN ESPAÑA.

La vida de Goya abarca un amplio espacio de la vida española, un espacio muy importante y trascendental en sí mismo y en sus posteriores consecuencias.

Francisco de Goya fue un hombre situado entre dos épocas fundamentalmente: la etapa optimista de la Ilustración, que concluye con el reinado de Carlos IV, y el periodo de invasiones y luchas partidarias que se inicia en nuestro país a principios del S. XIX.

Durante su primera época reinaba Carlos III, monarca ilustrado que apoyó el liberalismo y trató de modernizar la sociedad española. Así, Goya se dedicó mayoritariamente a pintar escenas cotidianas de la vida del pueblo en las que se reflejaba su optimismo y retratos de ministros importantes como el Conde de Aranda, Gaspar M. De Jovellanos o el Conde de Floridablanca entre otros.

En 1788 subió al trono Carlos IV, cuyo valido fue Godoy. Este fue un monarca absolutista y a los pocos meses de subir al trono estalló la Revolución Francesa. Así, Carlos IV cerró las fronteras de España para que no se contagiasen las ideas francesas. Godoy firmó el tratado de Fontainebleau, que permitió la invasión francesa de la península. El descontento popular supuso que se llevase a cabo una resistencia nacionalista y finalizó con la subida al trono de Fernando VII tras el motín de Aranjuez. Este, a su vez, abdicó en favor de Jose I, hermano de Napoleón. Durante esta época Goya trabajó en la Corte de Carlos IV, donde pintó numerosos retratos de la familia real. Además siguió con sus temas costumbristas entre los que destacan los "Caprichos".

Durante la tercera etapa de Goya se llevó a cabo la Guerra de la Independencia en España, lo que dio lugar a la pintura dramática de Goya, que dejó de ser descriptiva. En 1814 se produjo el desastre francés y por lo tanto la deposición de Jose I.

Tras la invasión francesa regresó al trono Fernando VII, pero el rey que anteriormente había sido un monarca ilustrado se convierte ahora en un rey absolutista como consecuencia de la Restauración del Antiguo Régimen en Europa. Los temas que interpreta ahora Goya son en su mayoría históricos.


El Modernismo es el movimiento artístico que acompañó el auge económico de casi todas las ciudades españolas de finales del S. XIX y que en todas las regiones como en Cataluña adquirió unos tintes originales y propios. En este contexto resulta imprescindible hablar de Barcelona ciudad en expansión gracias al derrumbamiento en 1854 de la antigua muralla que rodeaba la ciudad. No hay que olvidar el papel de esta nueva clase emergente, la burguesía que aprovechó el modernismo en todas sus facetas para crearse una imagen, lo que propició una eclosión de las actividades creativas. En 1900, España tenía 19 millones de habitantes, de los cuales 12 eran analfabetos.

Ya desde el 1800, en pequeños grupos de intelectuales, crecieron críticas contra el gobierno de la Restauración. Es una época, en la que abundan las denuncias al sistema de turno de partidos viciado por el caciquismo, a los desequilibrios sociales y a la ineficacia y corrupción del poder. El modernismo, es conocido a la vez como generación del 98. Generación que ciertos intelectuales identificaron con decadencia, pesimismo, y anhelos de regeneracionistas.

Movimiento consecuencia de la Revolución Industrial y de los avances derivados de ella, desarrolla nuevos conceptos basados en la naturaleza, buscando la identidad de lo urbano y lo moderno. Durante el último tercio del siglo XIX se asistió al resurgimiento del catalanismo político, articulado en torno a la reivindicación de la soberanía perdida en el siglo XVIII. En 1932 se consiguió el Estatuto de Autonomía y la instauración de la Generalitat republicana. Durante el siglo XIX y hasta el final de la Guerra Civil la literatura catalana salió de su postergación secular y empezó un largo camino de recuperación.


DESCRIPCIÓN DE OBRAS DE GOYA QUE TENGAN RELACIÓN CON PERSONAJES O ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS.

Autoretrato Autoretrato en el taller El baile a orillas del Manzanares Banderillas en el campo El pintor Francisco Bayeu El cardenal Don Luis María de Borbón y Vallabriga Carlos III, cazador Carlos IV Duelo a garrotazos El aquelarre El bebedor El pelele El quitasol La familia de Carlos IV El 3 de Mayo en Madrid: Los fusilamientos en la montaña del Principe Pío La maja desnuda La maja vestida La cometa La vendimia Gaspar Melchor de Jovellanos Última comunion de S. José de Calasanz



SATURNO DEVORANDO A UN HIJO. Se encontraba en la sala de la primera planta de la Quinta del Sordo. Todo en este cuadro es impulsivo, atroz, con pinceladas furiosas y espontáneas que componen los más espantosos delirios. Goya se ha liberado vaciando los monstruos que le atormentan. 1820-1823. Museo del Prado.

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Descripción : España. (1746-1828).
Pintor y grabador español considerado uno de los grandes maestros de la pintura de nuestro país.
Goya nació en la localidad aragonesa de Fuendetodos (cerca de Zaragoza) el 30 de marzo de 1746.
En 1788 Goya fue nombrado pintor de cámara por Carlos III y en 1799 ascendió a primer pintor de cámara.
Sus cuadros de historia se basan en su experiencia personal de la guerra y trascienden la representación patriótica y heroica para crear una salvaje denuncia de la crueldad humana. Con los cartones para tapices que realizó a finales de la década de 1780 revolucionó la industria del tapiz que, hasta ese momento, se había limitado a reproducir fielmente las escenas del pintor flamenco del siglo XVII David Teniers. En el invierno de 1792, en una visita al sur de España, Goya contrajo una grave enfermedad que le dejó totalmente sordo y marcó un punto de inflexión en su expresión artística. En 1799, publica su primera serie de grabados: "Los Caprichos", en que, con profunda ironía, satiriza los defectos sociales y las supersticiones de la época.
Los horrores de la guerra dejaron una profunda huella en Goya, que contempló personalmente las batallas entre soldados franceses y ciudadanos españoles.
Sencillez y honestidad directas también se aprecian en los retratos que pintó en la cúspide de su carrera, como La familia de Carlos IV (1800, Museo del Prado), donde se muestra a la familia real sin la idealización habitual.
Las célebres Pinturas Negras, fueron uno de sus últimos conjuntos pictóricos; reciben este nombre por su espantoso contenido y no tanto por su colorido. Son las obras más sobresalientes de sus últimos años.
Falleció en Burdeos en 1828.


ESTUDIO DE LA ÉPOCA A TRAVÉS DE FRAGMEMTOSDE OBRAS LITERARIAS.


Goya es considerado uno de los pintores universales del arte, tanto por su calidad de producción, la fuerza de su personalidad y su temática comprometida en un periodo conflictivo de la historia de España como por la admiración e influencia que despertó en los estilos artísticos posteriores y en las vanguardias del arte contemporáneo. Por lo tanto podemos decir que es el iniciador de nuevos caminos artísticos y técnicos.

En cuanto a sus obras, podemos decir que estas son muy fieles con respecto a la época ya que Goya fue un ejemplo de artista comprometido con su tiempo: primero hubo de ser el pintor del espíritu de la razón y de la esperanza, reflejando en sus lienzos la ilusión de la concordia española con su mundo de amable costumbrismo; después, al concluir de su vida, sería como ningún otro artista, el denunciador de una época de traición, fracaso y miseria. Los últimos años de su vida, con residencia en Francia, pudieron proporcionarle una visión muy ilustrativa, desde fuera, de un país, el suyo, que a su muerte dejaba enfrentado en las dos facciones que por mucho tiempo habían de quedar denominadas como "las dos Españas".

Junto a una importante obra oficial, formada por retratos, pinturas de género, religiosas y de guerra, Goya desarrolló una obra personal representada por los "Caprichos" y las "Pinturas Negras", donde de forma simbólica, no exenta de ironía, manifestó sus preocupaciones más íntimas y dirigió sus críticas hacia el mundo que le rodeaba. Inicialmente concebida como "Sueños", la serie de grabados de los "Caprichos" atacaba los vicios del clero y de la alta nobleza, para lo que utilizaba un lenguaje que debería ser entendido en su auténtica lectura por el público ilustrado al que iba destinado, evitando así el peligro de la Inquisición.



GOYA LO HA CONSEGUIDO. 250 AÑOS DESPUÉS DE SU NACIMIENTO, SUS CUADROS SON OBRAS MAESTRAS DE LA HISTORIA DE LA PINTURA. DE SUS RETRATOS DE LA CORTE A LAS "PINTURAS NEGRAS", LOS CUADROS DE GOYA SON UNA DE LAS CIMAS DE LA CULTURA ESPAÑOLA DE TODOS LOS TIEMPOS. JUNTO CON ALGUNAS IMÁGENES DE SU OBRA, LA REVISTA PUBLICA UN TEXTO DE ANTONIO SAURA, TAMBIÉN PINTOR Y TAMBIÉN ARAGONÉS, EN EL QUE DESVELA ALGUNOS DE LOS SECRETOS DEL GENIO.

LA FAMILIA DE CARLOS IV. Cuadro de gran complejidad, el recuerdo de Las Meninas de Velázquez está presente en Goya al realizar estos retratos de los miembros de la familia real. Sobre estas líneas aparece una parte de la obra, en la que se aprecia al infante Carlos María Isidro, al futuro Fernando VII y a la infanta María Josefa de Borbón. Al fondo aparece el propio Goya. 1800-1801. Museo del Prado


LA FAMILIA DE CARLOS IV. En esta parte del cuadro de la familia real apreciamos el busto de la reina María Luisa, una mujer de fuerte carácter que, al parecer, tenía sometido al rey, Carlos IV. Goya reflejó en su rostro la personalidad dominante de la soberana a quien, según se cree, no apreciaba demasiado. 1800-1801. Museo del Prado


LA FAMILIA DE CARLOS IV. Detalle de la pechera del rey Carlos IV, repleta de condecoraciones. Los bocetos para esta obra los realizó Goya de mayo a junio de 1800, en Aranjuez. Entre julio de 1800 y junio de 1801 ejecutó la versión definitiva. El pintor reflejó el carácter débil del monarca en sus rasgos. 1800-1801. Museo del Prado


NIÑOS JUGANDO A SOLDADOS. Forma parte de una serie de seis óleos de niños jugando, de la que se conocen dibersas copias. Goya demostró una especial habilidad para captar la figura infantil, que reflejó tanto en cartones para tapices como en retratos. 1782-85. Fundación Santamarca, Madrid.


MARQUESA DE SANTA CRUZ. En 1940 fue adquirido por el Estado para ser regalado a Hitler y durante varios años estuvo en el Prado. En 1947 Franco quiso que se pusiera en venta. Los herederos del nuevo propietario lo vendieron en subasta. El Gobierno español lo compró por 800 millones. 1805. Museo del Prado.



LA MAJA VESTIDA. Identificada, tradicionalmente, junto a su compañera, La maja desnuda, con la duquesa de Alba, se cree que estos lienzos podrían haber sido pintados en el palacio del Rocío de Sanlúcar de Barrameda y que fueron adquiridos por Godoy tras la muerte de la duquesa. 1801. Museo del Prado.


LA DUQUESA DE ALBA Y SU DUEÑA. La duquesa lo dejó en testamento a su mayordomo Tomás de Berganza. Se identifica al personaje que acompaña a la aristócrata como su dueña, Rafaela Luisa Velázquez, conocida familiarmente como La Beata. La duquesa intenta asustarla y ella se defiende con un crucifijo. 1795. Museo del Prado.


LA CARGA DE LOS MAMELUCOS. Junto con Los fusilamientos del 3 de mayo, es una pintura testimonio de la Guerra de la Independencia en Madrid. Se recoge la reacción heroica del pueblo madrileño durante dos horas frente al Ejército francés que contaba con una caballería integrada por mamelucos. 1814. Museo del Prado.


EL 3 DE MAYO EN MADRID. Tras la revuelta popular contra el Ejército francés del 2 de mayo, se sucedieron los fusilamientos. El "escarmiento público" finalizó en la montaña del Príncipe Pío. Goya y su criado Trucha se dirgieron a la proximidad del Manzanares donde el artista tomó apuntes. 1814. Museo del Prado.



LA ROMERÍA DE SAN ISIDRO. Refleja la amargura que supuso para Goya la tragedia interior durante los años dedicados a preparar cartones para la Real Fábrica de Tapices. El dolor preside esta alucinante romería. 1820-1823. Museo del Prado.

Los desastres de la Guerra' de Francisco de Goya en Barcelona

La Obra Social y Cultural de Ibercaja, conjuntamente con la Fundación Daurel, lleva a Barcelona la exposición de la primera serie de 'Los desastres de la guerra', del pintor aragonés Francisco de Goya.

Durante estos dos meses, se podrá disfrutar de los 80 grabados que constituyen la serie que Goya hizo sobre la crueldad de la guerra. Pasado este tiempo, la exposición de Ibercaja recorrerá inicialmente siete localidades españolas más, como Calatayud (15 de octubre-finales de noviembre); Murcia (11 de diciembre-11 de enero, en el Centro de Arte Palacio Almudí); o Sevilla (22 de enero-28 de febrero, en la sala de exposiciones de la Hermandad de la Caridad).

Con motivo del bicentenario de la Guerra de la Independencia, la entidad exhibe la gran serie de grabados que hizo Goya sobre ella y sus consecuencias: 'Los desastres de la guerra', que constituye uno de los conjuntos de imágenes más emocionantes e impactantes que un artista haya podido plasmar.

El artista aragonés realizó estos grabados en plena contienda, entre los años 1810 y 1814; por eso constituyen casi una crónica gráfica. Goya se adelantó mucho más de un siglo a los grandes reporteros gráficos de guerra del siglo XX, transmitiendo en imágenes las experiencias vividas por él mismo y por otros españoles durante aquel durísimo y desastroso enfrentamiento bélico entre las tropas francesas invasoras, enviadas por Napoleón Bonaparte, y los patriotas españoles que se opusieron a sus deseos imperialistas.

'LOS DESASTRES DE LA GUERRA'
Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos 1828) ha pasado a la historia como uno de los primeros artistas que puso en tela de juicio su mundo y todo cuanto le rodeaba. En algunos de sus lienzos y en la mayor parte de sus grabados los protagonistas son la crítica, la denuncia y la sátira, recuerda Ibercaja en un comunicado.

'Los desastres de la guerra' es su serie de grabados más dramática. Por razones políticas, no fueron publicados estos testimonios de guerra hasta 1863, 35 años después de que falleciera el autor.

Según Arturo Ansón "en un principio Goya quiso plasmar la destrucción, violencia y horrores que él mismo contempló en Zaragoza tras el primer Sitio y durante el viaje desde Madrid a la capital aragonesa¿ pero luego tuvo la necesidad sin duda, de continuar plasmando los horrores de esa guerra trascendiendo el propio conflicto en el que estaba inmerso nuestro país".

Los Desastres, por tanto, son un alegato contra la guerra en general y contra la violencia que genera. En esta serie, el artista hace una reflexión cruda y descarnada sobre el hombre inmerso en una situación bélica, que trae consigo crueldad, violaciones, muerte, hambre y miseria.

Denuncia las atrocidades cometidas por el ejército francés contra el pueblo español, pero también la violencia de los guerrilleros y de la masa incontrolada. El resultado es de una modernidad sorprendente para la época, que refleja el fracaso de la razón en la que tanto confiaban los ilustrados de la época.

Las dos primeras partes de los desastres narran la guerra y sus consecuencias. En la tercera parte, a partir del número 66 y hasta el 80, Goya arremete contra el poder absolutista restaurado en España por Fernando VII, contra la vuelta al Antiguo Régimen, contra la Iglesia, aliada del poder absoluto, contra la Inquisición y contra el sometimiento del pueblo español a esos poderes.

2. LA OBRA NEGRA DE GOYA. Las Pinturas negras no solamente son extraordinarias por constituir uno de los conjuntos más sobrecogedores de la historia del arte, sino por haber sido uno de los pocos ejemplos, quizás el único hasta el advenimiento del siglo XX, de una pintura hecha para sí mismo y no para los demás. Fueron pintadas por el pintor para el pintor, para vivir rodeado de ellas, y no para ser mostradas y comunicarse con ellas. Es precisamente su carácter especialísimo de inutilidad social, egoísta y personal, lo que confiere su aura de autenticidad liberatriz; fueron -y lo continúan siendo- libertarias ya que no fueron condicionadas por el juicio ajeno, ni destinadas a ser juzgadas, admiradas y comprendidas. Constituyen una isla aparte en la historia del arte: no concuerdan ni siquiera con el arte por el arte, sino con el arte para sí mismo. No fueron destinadas más que a su propio destino.

Si estas pinturas nos parecen tan importantes, al margen de su expresividad sin concesiones, premonitoria de la mirada cruel contemporánea, es justamente porque no fueron pintadas para comunicarse, sino para expresarse y liberarse; de aquí su extremada y virulenta franqueza, marginal y precursora. Solamente el arte del siglo XX pudo liberarse, con dificultad, de aquello que para Goya constituyó ejercicio verdadero, paralelo, llevado en la oscuridad y en la soledad, por encima del bien y del mal, descubriendo para la obra entera aquello que solamente, con anterioridad, afloraba en el fragmento o en el boceto. Goya nos mostró, quizás, como hubiera siempre pintado -y como otros pintores también lo hubieran hecho-, sin que mediara el encargo, la tradición que normalizaba, el poder que exigía, así como los propios condicionamientos históricos de una época.


INCORPORACIÓN DE ALGÚN DOCUMENTO AUDIOVISUAL SOBRE LA ÉPOCA O SOBRE GOYA.














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